La señora Cristina es originaria del estado de Puebla, 53 años cumplidos, casada desde hace 32 años con Nicolás Ricardo, se dedica al comercio, la paciente siempre ha sido ama de hogar.
Antes de enfermarse cuidaba a sus sobrinas, lavaba ropa ajena para poder ayudar un poco con los gastos de la casa, empezó a sentir dificultad para respirar, fatiga así como una tos que no se quitaba con ningún remedio ni receta que le daban los médicos de farmacia, situación que le alarmó hasta que acudió al centro de salud.
Hasta que acudió con médico particular fue que le hizo la referencia para acudir a INER a que le brindaran atención, desde que llegó la atención relata que fue muy eficiente y amable, en 3 semanas ella ya sabía que en efecto se trataba de cáncer de pulmón, adenocarcinoma en etapa IV. Cuando recibió el diagnóstico quería morirse en ese momento, le daba mucho miedo sufrir dolores a causa de ella.
Desde hace 2 años que recibió esa terrible noticia, ha recibido terapia blanco que le brindaron en el Instituto pues de otra manera no hubiera podido sufragar los gastos, es una “enfermedad cara”. La economía en casa afectó pues ahora hay que hacer sacrificios como prescindir a veces de alimentos para poder juntar para el medicamento, toda la economía depende de su marido quien tiene que hacer rendir su salario que no rebasa los $6,000 al mes.
Cambió en ella el carácter, los gastos innecesarios, ahora viven mayor estrechez, viven al día no solo económicamente, también de manera emocional pues ella está consciente de que la enfermedad de pronto puede cambiar.
Tiene dos hijos que están casados, también viven con lo mínimo por lo que no cuenta con apoyo económico, solo moral por su parte. Ahora sólo compran lo básico en cuanto a alimentos se refiere, consumen más verduras que carne o proteínas pues muchas veces la economía no lo permite.
Agradece haber encontrado a Respirando con Valor pues además de haber sido incluida en un programa para recibir un tratamiento que para ella sería impensable, se le brindó apoyo con despensa básica mensual, misma que le significo una reducción de gastos en casa, para así poderlo invertir en su actual tratamiento a base de quimioterapias, ya que dejó de ser candidata al medicamento.
En palabras de la paciente “La Asociación la hace sentir que no están solos en la lucha” se siente parte de una familia que la apoya, además de la suya que por conducto de su hermana y sobrino la ayudan llevándola a citas médicas o acudiendo a la Asociación por los apoyos de los que es acreedora.
Su vida sin duda cambió, aunque ha aprendido a ver la parte positiva y esta es que en el mundo aún existe la gente dispuesta a ayudar a otra sin pedir nada a cambio.
Les dice a aquellos que lleguen a leer su historia que no pierdan la calma, se puede llevar una buena vida aún con el diagnóstico fatal del cáncer.